Asociación General de Empleados/as de la Policía Nacional Civil de El Salvador

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martes, 22 de junio de 2010

El analfabetismo político

"El peor analfabeta es el analfabeta político. Él no ve, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. El no sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pescado, de la harina, del alquiler, del calzado o del remedio, dependen de decisiones políticas. El analfabeta político es tan ignorante que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política; no sabe que de su ignorancia política nacen la prostituta, el menor abandonado, el asaltante y el peor de todos los ladrones, que es el político corrupto, lacayo de las empresas nacionales y multinacionales."
Bertolt Brecht, 1934
Dramaturgo alemán.
En la sociedad salvadoreña, el analfabetismo político es uno de los principales problemas persisten, y que florecen cada ves que se acercan elecciones de Alcaldes, Diputados y Presidente de la República.. En apariencia se puede decir que todos los que pertenecen a un partido político ya están educados políticamente, o que salieron de esta ignorancia política, lo cierto es que no, siguen siendo analfabetas políticos.
Lo peor aún, ante la negativa de participar en los procesos políticos han facilitado la llegada al poder de grupos o individuos ávidos de explotar las arcas del Estado o de colocar éste al servicio de intereses particulares, en detrimento de la atención de las grandes mayorías.
Pero, ¿Es la ignorancia política responsabilidad del individuo? o, por el contrario, ¿No será acaso ésta inducida por aquellos que han detentado el poder históricamente?, quienes ven como una amenaza, los privilegios de formación política, a la población. En realidad, ambos tienen su cuota.
Todo ciudadano, está en la obligación de conocer la historia de su país, aprender a discernir con claridad cuál es la mejor opción política, a no dejarse influenciar por las presiones de los grandes medios y a tener su propia postura ideológica, acorde, claro está a su respectivo contexto. Pero una cosa es el deseo y otra muy diferente la realidad.
En El Salvador, cuando la gente asume una posición política, muchos lo hacen más llevados por las apariencias, sin una seria reflexión: no tienen en cuenta su entorno, sus intereses, ni mucho menos evalúan los efectos que pueden tener sobre su futuro las decisiones que toman por ellos. Por eso, no es raro ver personas de estratos bajos, amas de casa, obreros, sindicalistas, estudiantes universitarios de clase media, docentes, profesionales, entre otros, defendiendo una diestra ideología que, en cabeza de unos cuantos, poco a poco va minando la democracia.
Esos son los que se benefician del analfabetismo político. Para ellos, entre más ignorante sea el pueblo, más fácil se hace su manipulación, se le enreda con falaces argumentos que encuentran un eco mediático y para ganar sus simpatías, explotan sentimientos patrioteros difíciles de resistir por parte de un cerebro vulnerable. Tan efectivas son sus estrategias que cuando algunos se atreven a controvertir sus sofismas son tildados de antipatriotas, lo mismo que condenados y maltratados por aquellos a quienes intentan abrirles los ojos.
De modo que, el analfabetismo político también es inducido y las estrategias para ello son absolutamente efectivas y poderosas. En esa tarea juega un papel determinante el sistema educativo en todos sus niveles: en la escuela no se enseña a los jóvenes a pensar, ni a tener una actitud critica frente a su realidad. Aparentemente, la universidad es el espacio para el debate, pero en muchas ni siquiera se promueve. Pareciera que el único interés fuera producir dóciles obreros, dóciles militantes, hombre masa, para el mercado laboral, sin una posición política definida, más allá de la dictada por los ya nombrados grandes medios. De ahí que no sea raro ver profesionales –que supuestamente tuvieron una formación integral apáticos frente a la política, como si ésta no afectara nuestra vida, indiferentes frente al sufrimiento del otro, frente al infortunio de aquellos que no tuvieron la posibilidad de acceder a una universidad.
Lo cierto es que todo esta ignorancia o analfabetismo político se pone de manifiesto también en los sindicatos, las asociaciones o en los círculos en donde se toman decisiones colectivas. Todos están pensando en sus partidos políticos, descuidando su asociación y/o sindicato, sin percatarse que a la larga todo ese esfuerzo organizativo favorece a un partido político.